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IN PONTIFICEM: FRANCISCO (CASO VENEZUELA)



El sacerdote Jorge Mario Bergoglio, hoy conocido como el Papa Francisco, fue inculcado desde pequeño en la tarea de defender y buscar para los necesitados siempre lo mejor. Vivió durante los gobiernos peronistas y lo identificaban afín a ellos por su compromiso con la justicia social y su amor profundo por los más necesitados. Desde sus inicios, optó por promover el diálogo y acercarse a los distintos colectivos sociales, fuesen o no católicos.
Durante la dictadura, sintió la responsabilidad de proteger los sacerdotes en constante peligro, pidiendo que no se pronunciaran en contra del gobierno a punto de que corrieran riesgos. Logró esconder y ayudar a escapar a muchos perseguidos del país. A pesar de ello, siguió siendo acusado de ser adepto a la dictadura y de entregar a sacerdotes. A tal punto llegaron estas acusaciones que fue enjuiciado en el 2005, ya que se le acusaba de apoyar a la dictadura de extrema derecha, sin embargo, no hubo pruebas. Lo curioso es que hoy en día, se le acusa de exactamente lo opuesto: ser “defensor del socialismo del siglo XXI, un comunista (extrema izquierda).  
A pesar de ser inculpado de apoyar cada movimiento dañino que haya donde él se encuentre, Francisco ha demostrado características arraigadas en valores muy bien transmitidos hacia su persona: no busca ser populista con lo que ha hecho y a los que ha defendido, suele trabajar desde las sombras, en el silencio, aún cuando ejerce puestos de poder, enfrenta cada situación con paciencia y la misma caridad oculta que lo haría Jesús.

Si bien el Papa Francisco puede ser considerado un Estadista más, comparte solo algunas características con los mandatarios de otras naciones. La principal es que los jefes de Estado suelen ser gobernadores del país donde nacieron. Francisco es Jefe de Estado de un territorio bastante lejano a su tierra natal (Argentina), por ende conoce de primera mano las situaciones vividas y las crudas realidades Latinoamericanas. La segunda, al igual que el resto de los dirigentes, tiene la potestad de decidir la política exterior de la Santa Sede, política que ha sido enmarcada en la necesidad de negociación y diálogo la cual, no obstante, ha encontrado un gran rechazo por parte de aquellos que le exigen una postura contundente.

De cualquier manera, Francisco no ha sido el único en abogar por ello: alrededor de 23 Estados y la ONU piden negociación entre las partes. Sin embargo, si es uno de los más cuestionados, sin tomar en cuenta que es uno de los Estados que debe tener mayor cuidado a la hora de generar una postura. Entendiendo que es un representante con connacionales regados por todo el mundo, las consecuencias que puede generar el hecho de pronunciarse en contra del gobierno, pueden desatar represalias en contra de sacerdotes, laicos o incluso las mismas iglesias (estructuras), generando daños y pérdidas enormes por la mala utilización de la diplomacia.

Como parte de su gabinete, el Papa ha puesto de Secretario de Estado a Pietro Parolin, que a los 31 años ya estaba en el servicio diplomático de la Santa Sede, participó en las negociaciones de la Santa Sede ante la Guerra de Vietnam y, además, fue embajador de la Santa Sede ante Venezuela (2009-2013), el Papa no pudo escoger a alguien mejor como mano derecha para que ejerciera la función de Jefe de Gobierno con toda la trayectoria y experiencia en el tema venezolano, ¿será coincidencia que el Papa invista como Secretario de Estado (la segunda persona más poderosa en el Vaticano), a alguien cuyo servicio anterior fue estar 5 años involucrado en el conflicto de la Iglesia venezolana con el Gobierno y quien puede generar la política necesaria para dar el mayor apoyo a la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) ante la situación?

Incluso el siguiente a cargo, el Secretario de Asuntos Generales, es un venezolano, se llama Edgar Peña, fue escogido en el 2018 para ayudar a Pietro Parolin, conoce bien la situación del país e igualmente no debe ser coincidencia que el Papa se rodee de obispos venezolanos.

            Otra característica que tienen los jefes de Estado es que sus discursos políticos tienen causas someras y causas profundas, no todo se puede decir en un cargo así, por eso el Papa anuncia las causas someras, puntos de lo que puede enterarse el público, como que quiere paz, diálogo... Pero no dirá sus causas profundas, de si desea o no derrocar al régimen, si los apoya o no, basta con ver sus acciones para entender sus causas profundas como encargar a la CEV de denunciar las violaciones del gobierno, estar del lado del pueblo, encargarse de la ayuda humanitaria, encabezar el diálogo.
La Organización de Naciones Unidas considera a la Santa Sede apenas como un Estado Observador, su participación es inferior a la de los otros Estados, aún así los ciudadanos venezolanos hablan del Papa como si su postura (que ya vimos es la más delicada y difícil de definir) fuera la decisiva, cuando para la principal Organización  Internacional Gubernamental, es apenas ínfima.
Asimismo, los venezolanos se siguen preguntando si la Iglesia en verdad está callando. Dios habla a través de todo aquel que forme parte de la iglesia, los obispos han venido haciendo su trabajo, denunciado las violaciones a los DDHH, declarando en favor del pueblo y sus necesidades. A pesar de las amenazas, obispos como Antonio Castillo de Barquisimeto en la procesión de la Divina Pastora han establecido: “el pueblo Venezolano no cree en el sistema socialista marxista fracasado, no quieren que hable, pero mi pueblo sufre y pasa hambre”, y han cumplido su rol como Iglesia defendiendo al pueblo y pronunciándose en contra del gobierno.
Ahora bien, ¿por qué si la Iglesia ha sido tan clara nos seguimos enfocando en criticar al Papa Francisco? ¿De verdad el clero y la CEV en general, van a tomar una postura tan firme y clara en contra del gobierno sin la autorización del Papa?
Al contrario, la Iglesia ha mantenido una participación activa en búsqueda de la mejoría de la situación país, yendo mucho más allá de pronunciarse en contra del gobierno. Se ha encargado de alimentar a los más necesitados, conseguir donaciones de ropa y medicinas, y más aún, la Iglesia encabeza la ayuda humanitaria propuesta por Guaidó, siendo encargada junto con las ONG´s de repartirla, administrarla, asegurar su llegada hasta la puerta de cada necesitado, a través de su gran sistema de parroquias y servidores.
A lo largo de la historia, se ha acusado a distintos pontífices de guardar “silencio”, sin embargo, las pruebas podrían dar una idea de lo que está sucediéndole a Francisco I.
Benedicto XV, Papa durante la I Guerra Mundial, declaró neutral a la Santa Sede e intentó mediar por la paz entre 1916 y 1917. Ambas partes en el conflicto rechazaron las iniciativas de diálogo y paz. Cabe acotar que este enfrentamiento era entre pueblos mayoritariamente cristianos, en consecuencia el tomar partido por uno u otro bando sería «más una invitación a combatir que un acercamiento al fin de las hostilidades».
Benedicto XV se centró en los esfuerzos humanitarios para disminuir los impactos de la guerra, a través de la asistencia a los prisioneros, intercambio de soldados heridos y la entrega de alimentos a las poblaciones necesitadas en Europa, logrando proteger a miles de civiles, prisioneros y enfermos. Después de la guerra, Benedicto centró las actividades del Vaticano en la superación del hambre y la miseria en Europa y el establecimiento de contactos y relaciones con los muchos nuevos Estados.
Igualmente, Pio XII, Pontífice durante la II Guerra Mundial, fue puesto en duda por no asumir una postura contundente en el conflicto. El silencio de Pío XII sobre el Holocausto nazi no se basó ni en miedo, ni en conveniencia, sino en la convicción de que, callando, su ayuda y solidaridad hacia los judíos sería más eficaz. Sin embargo, en las calles le llamaban fascista y nazista, mientras el Papa ofrecía bienes del Vaticano como rescate de judíos, escondió y alimento a miles de judíos en la Ciudad del Vaticano.Se calculó que Pio XII, salvo al menos 700.000 judíos, actuando de forma secreta y silenciosa, para evitar lo peor y salvar el mayor número posible de judíos.
Lo mismo ocurrió con Pablo VI en el marco de la Guerra de Vietnam, ante las Naciones Unidas promulgó su discurso de “No más guerra, nunca más guerra. Paz, es la paz que deben guiar los destinos del pueblo y de toda la humanidad.” Al igual que Pío XII puso énfasis en el diálogo entre naciones para resolver los conflictos.
En 1978 a punto de explotar la guerra entre Argentina y Chile, Juan Pablo II influyó a tal punto de conseguir detenerlo, mediante el diálogo, la negociación, enviando a un Cardenal para el proceso de mediación que culminó en 1984 con la firma del Tratado de Paz y Amistad​ entre ambos países.
Desde el 2017 se acusa a Francisco por guardar silencio y no fijar postura ante el gobierno de Venezuela. Mientras que muchos le llaman “mano de seda”, “comunista”, “socialista” y “cómplice de la dictadura”, el Papa sigue abogando por negociación, diálogo, paz, que no haya derramamiento de sangre... El Papa no tomará postura entre gobierno y oposición, su postura será la paz, la negociación y el diálogo, y ha trabajado en silencio para ayudar.

Por Luis Alejandro Neves Bello, 5to semestre, Estudios Internacionales, Presidente de Interacción UCV, miembro de la Directiva de Gente Nueva Venezuela.

Revisado por: Padre Juan Ignacio Franceschi.

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