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El repliegue estadounidense: cambio en la geopolítica de Medio Oriente




El pasado mes de diciembre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, manifestó su intención de retirar las tropas terrestres estadounidenses en Siria. Las consecuencias de esta medida en el conflicto sirio son diversas y su impacto podría alterar la geopolítica en la convulsa región de Medio Oriente.

La postura del presidente Trump respecto a la Guerra en Siria no es una novedad. Desde su candidatura presidencial, el mandatario republicano ha dejado claro que su única preocupación en dicho conflicto es combatir a los terroristas islámicos que representan una amenaza para la seguridad de su Estado y el resto de Occidente. En este sentido, Trump concluye que con un Daesh debilitado en la actual Siria, es momento de abandonar el territorio y así, disminuir el gasto militar.

El despliegue de las tropas estadounidenses en Siria comenzó en el año 2015, durante el gobierno del ex presidente Obama, con la finalidad de entrenar y brindar apoyo logístico a los combatientes kurdos contra Daesh. En la actualidad, los 2000 efectivos militares americanos se encuentran distribuidos, junto a bases y pistas de aterrizaje, al noreste del territorio.

Este anuncio no ha estado exento de duros críticos entre los cuales resalta el general retirado Jim Mattis, apodado “Perro furioso”. Mattis fue seleccionado por Trump para ocupar el puesto de Secretario de Defensa desde el inicio de su gobierno y ejerció el cargo hasta su reciente renuncia, como consecuencia de las irreconciliables diferencias con el presidente sobre el repliegue de las tropas americanas en Siria. En su carta de dimisión, el general manifestó su preocupación sobre este asunto, alertando que la ausencia estadounidense dejaría un vacío que podrían aprovechar Estados como Rusia e Irán, al igual que el régimen de Bashar al Assad. Las advertencias de Mattis tienen asidero lógico en la realidad geopolítica en la Guerra Siria, cuyas aristas sobrepasan el combate al terrorismo islámico, haciendo del conflicto un asunto complejo subestimado por el presidente americano.

Por tal motivo, es menester resaltar que gracias al apoyo recibido por Moscú y Teherán y el uso de armas química, Bashar al Assad ha logrado revertir el desfavorable escenario ocasionado por la “primavera árabe”, en el cual las diferentes facciones rebeldes y grupos terroristas imposibilitaron la plena gobernabilidad en el territorio e incluso amenazaron su continuidad en el poder. Con el control efectivo del 70% del territorio sirio, Assad se vislumbra como el ineludible ganador del conflicto, al garantizar su continuidad en el poder. En consecuencia, con la ausencia de las enemigas tropas estadounidenses, Assad podría lograr una recuperación aún más rápida de la totalidad del Estado.
Por su parte, para Moscú los intereses en Siria son diversos. En primera instancia ha logrado combatir exitosamente el terrorismo islámico, evitando que se expanda a su zona de influencia cercana, el Cáucaso. Además, con el decisivo apoyo brindado al presidente Bashar al Assad, el Kremlin se ha garantizado una notable presencia en Medio Oriente, forzando a los distintos actores inmersos en el conflicto a negociar con Moscú en sus momentos más álgidos, y en caso del probable triunfo de Assad en la contienda, lograría mantener así su único contacto con el Mediterráneo, la base naval de Tartu, que le permitiría en consecuencia margen de acción e influencia en dichas aguas.

Así mismo, Teherán ha aprovechado la guerra en Siria de manera fructífera para sus intereses geopolíticos. El apoyo militar, logístico y económico brindado al gobierno de Damasco le ha permitido construir bases militares en el territorio y fomentar una importante alianza con Assad, quien comparte su predilección por la rama musulmán chiita que impera en Irán. Junto a Damasco, Irán espera lograr una alianza sólida que incluye a Irak y que se extienda hasta las costas del mediterráneo en Líbano, donde se encuentra el grupo extremista Hezbolá (altamente apoyado por el gobierno de Teherán). Esta estrategia iraní ha generado una profunda preocupación en occidente y en especial en Israel, que se vería amenazado, política y militarmente, por una alianza árabe que incluya a su acérrimo rival Irán, a Irak y dos Estados fronterizos como Siria y Líbano.

Por tal motivo Tel Aviv, para impedir la formación de esta coalición, ha realizado un cuantioso número de ataques aéreos en Siria contra bases e infraestructura relacionadas al gobierno de Assad e Irán, impulsando una escalada en el uso de la fuerza por parte de ambos bandos. Como respuesta a la noticia proveniente de Washington, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha dejado claro que los objetivos de Israel en Siria no van a ser modificados por la retirada estadunidense, por el contrario, sus acciones armadas se podrían incrementar en caso de ser necesario. Así, con una Estados Unidos ausente en Siria, se posibilita aún más las aspiraciones estratégicas de Teherán, ocasionando por tanto un hipotético aumento de la confrontación entre Israel e Irán, que podría extenderse incluso fuera de la frontera siria.

No obstante, Israel no es el único aliado en el conflicto que Estados Unidos afectaría de forma negativa con el repliegue de sus tropas. En este escenario, los combatientes kurdos pertenecientes a la Unidad de Protección Popular (YPG), establecidos al noroeste de Siria y principales aliados de Washington en su lucha contra Daesh en el territorio estarían vulnerables ante las pretensiones de Turquía.

Ankara acusa al YPG de apoyar y formar una alianza con el grupo terrorista turco Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) en sus pretensiones de formar un Estado independiente del Kurdistán, lo cual amenaza la seguridad nacional del Estado turco. Tal situación ha motivado a Turquía a movilizar sus tropas al norte de Siria, con la finalidad de atacar las posiciones del PKK.
Abandonar a sus aliados genera una imagen negativa de Washington, por lo que el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton (en actual gira por Medio Oriente) ha expresado que el repliegue solo se concretará una vez que Turquía garantice que no atacará a las fuerzas del YPG cuando se marchen las tropas americanas. Sin embargo, luego de reunirse con  Bolton, el presidente turco, Tayyip Erdogan, expresó recientemente que Turquía atacará a los terroristas kurdos, sin importar las negociaciones con Estados Unidos.

Los líderes kurdos comprenden que sin la protección de sus aliados americanos no habrá ninguna limitante para que las fuerzas turcas embistan contra los territorios que controlan. Con su supervivencia amenazada, el YPG abandonó la ciudad de Manbij, instando al gobierno de Bashar al Assad que proteja la ciudad, esperando que las fuerzas armadas sirias sirvan como tapón ante los ataques turcos.

Así, se posibilitaría una nueva alianza en Siria, con Damasco brindando apoyo a los kurdos, lo que podría afectar las relaciones entre Assad y su homólogo Tayyip Erdogan. Además, la situación de hostilidad escalaría aún más en caso de Rusia favorezca a las fuerzas del YPG y aumente sus influencias al norte del territorio.

En este orden de ideas, la lógica implementada por Trump para llevar acabo el repliegue de las tropas se entiende entonces en dos pilares fundamentales. En primer lugar, una visión aislacionista de Estados Unidos de los diversos conflictos internacionales que no afecten directamente a su nación, la cual se evidencia aún más con la ya anunciada futura retirada de las tropas en Afganistán. En segundo lugar, un reacomodo de los objetivos estratégicos e intereses principales de Estados Unidos. Washington parece interpretar que otros temas, como la competencia económica/comercial con China, contienen una mayor importancia para mantener su papel como máxima potencia mundial.
Asimismo, cumplir con sus promesas electorales se presenta como un objetivo en política interna para Trump, que siempre ha buscado diferenciarse del establishment para obtener réditos electorales. Por tanto, con el  abandono de la convulsa región de Medio Oriente (contario a sus predecesores Obama y Bush), estaría perfilando su candidatura a la reelección presidencial en el 2020.

No obstante, las advertencias del ex secretario de Defensa Mattis tienen una sólida justificación. La decisión de Trump de retirar las tropas en Siria implica una modificación abrupta del conflicto en dicho país e incluso de la geopolítica en Medio Oriente. En este cambio, se benefician por tanto a otros actores inmersos en el conflicto con intereses contrapuestos a la primera potencia del mundo, como lo son las ya mencionadas Rusia, Irán y el dictador Bashar al Assad. Abriendo, además, la posibilidad a la escalada de otras confrontaciones como la disputa entre Irán e Israel. Hay que sumar, a su vez, que si bien Daesh está debilitada en Siria, aún no ha sido erradicada del territorio y tiene enclaves importantes en otros países, por lo que, asegurar la eliminación de dicho grupo terrorista resulta, como mínimo, prematuro.

Por consiguiente, se puede entender de la adopción de esta medida, que Washington ha aceptado la inevitable victoria de Rusia e Irán en el conflicto y la permanencia de Bashar al Assad como presidente sirio. Además, representa la materialización de la visión que tiene Trump sobre Estados Unidos, como una potencia que debe aislarse de los conflictos internacionales y que debe enfocar su política exterior en otros asuntos como China y la inmigración.

La posibilidad de un Estados Unidos cada vez más aislada de los conflictos internacionales da cabida a un Sistema Internacional en el cual Washington pierda relevancia e influencia en dichos asuntos, lo que implicaría una disminución en  su margen de acción en política exterior. En este sentido, la virtual reelección de Trump en el año 2020 y esta tendencia aislacionista, podría ser un indicativo de como Estados Unidos se percibe a sí mismo y el papel que desea desempeñar en el Sistema Internacional, así como sus nuevos objetivos estratégicos y los medios que considera necesarios para la materialización de estos. Tal vez, estos fenómenos son solo síntomas que pronostican el ocaso de la Hegemonía estadounidense y el surgimiento de un Sistema Internacional Multipolar.

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